Porsche 959 • 1985

Sobre la base del 911 los ingenieros de Stuttgart construyeron el Porsche 959, un superdeportivo que constituyó tanto el soporte tecnológico como el modelo de homologación para el reglamento del Grupo B todavía vigente en aquel momento, y que sirviese de base para el sustituto del Porsche 911 930 Turbo.

Este vehículo disponía de componentes que, en años posteriores, se incorporaron a la producción en serie. Entre ellos, la tracción total con distribución electrónica de la fuerza de frenado, tal y como se emplearía en los futuros modelos Carrera 4 y Turbo con casi los mismos ajustes. Así mismo, se podía elegir entre cuatro progamas para conducir sobre firme seco o sobre distintas superficies resbaladizas. Además, la altura del vehículo se podía ajustar de forma gradual con solo pulsar un boton.

El motor bóxer de seis cilindros era donado por el Porsche 962 C, un vehículo de competición, aunque ajustado para su uso en carretera. Cubicaba 2.849 cm3, erogando 450 CV a 6.500 rpm. Disponía de cuatro árboles de levas que accionaban otras tantas válvulas por cilindro y dos turbocompresores que funcionaban por etapas y que disponían de refrigeración líquida, mientras el resto del motor usaba refrigeración por aire.

Lamentablemente, el Porsche 959 nunca llegó a homologarse en el Grupo B, ya que en 1986 se prohibieron los vehículos de este grupo en el Campeonato Mundial de Rallyes. Sin embargo, obtuvo un gran éxito deportivo: en el Rally Paris-Dakar de 1986 cosechó una prestigiosa victoria: René Metge llegó primero a la meta por delante de su compañero de equipo, Jacky Ickx tras 22 días y 14.000 kilómetros de competición.



De forma paralela al desarrollo del 959, los ingenieros de Porsche estaban trabajando en el "secreto" proyecto 965, y que debía dar lugar al deportivo Porsche 969, cuyo lanzamiento estaba programado para 1990. Se buscaba un modelo con el que, por un lado, cubrir el hueco entre el 911 y el 959, y por otro, tener una alternativa, de nuevo, para sustituir al 911. Basado en el Porsche 959, se estudiaron varias configuraciones de motor, optando al final por un V8 de origen Audi. El motor estaba montado atrás y el vehículo disponía de tracción total. Se fabricaron varios prototipos, pero tras varios años de retraso, y dado que Porsche estaba saliendo de la crisis iniciada en los setenta gracias a los exitosos Porsche 911 930 y 964, se consideró que la inversión no estaba justificada, y se procedió a la cancelación del proyecto. En 1989 se ordenó destruir todas las unidades, de las que solo se conserva una unidad de aquel "911 V8", conservado en el Museo Porsche en Stuttgart, Alemania.

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